juzgando

Evaluaciones: ¿premio o castigo?

Empezaba a escribir este post de la evaluación desde la tranquilidad de observar cómo sucenden a veces las cosas (aunque me mosqueen) y recordé los títulos que ponían en los apuntes de la carrera. Mientras estudiaba Filología, tras varias vuetas previas, entre muchos de mis compañeros, eran conocidos mis apuntes y, además, esos títulos de algunos apartados, así, con estilo literario ensayístico dieciochesco: De cómo las nuevas instrucciones de la consejería de educación de la junta de Andalucía establecidas para todo el territorio implicado en materia educativa debe proceder según lo establecido otorgándole potestad suprema a los centros como nunca antes en la vida lo habían tenido o aquí se hace esto por mis cojones.  Luego decidí no centrarme en lo negativo (aunque algo saldrá, para dar salsa), hoy me voy a centrar en las evaluaciones, de nuevo, que ya hay varios posts sobre este tema en mi blog.

Hay ocasiones en que ni Alonso Quijano podría decir aquello de Con la Iglesia hemos dado, Sancho

He elegido esta foto inicial porque las evaluaciones, en muchas ocasiones, se convierten en un juicio en el que unos y otros aportan datos, explicaciones, justificaciones… Y he elegido esa foto porque el mazo del juez se encuantra sobre aguas…lo que da la inestabilidad necesaria que requiero para hablar de este tema tan serio.

Parto de la base de que las notas no tendrían que existir, pero para eso, habría que hacer unos cambios en el sistema de tal envergadura que hoy por hoy son implanteables. Hoy, como me dijo una vez cierto inspector, el melón que hemos abierto es el de la innvación, no abramos el de la evaluación aún.

 

Normalmente, las evaluaciones (en general, no las pandemiadas)

no son lo que deberían ser:

      • para unos es una coña que te mueres de risa
      • otros sólo ven un tostón que no sirve de nada
      • algunos piensan que es sólo un trámite obligatorio
      • hay quienes piensan que esto no sirve, así que me uno a los de las risas, total…
      • varios intentan ser demasiado legislativos cuando les conviene… pero no cuando no les interesa o al revés
      • están los que intentan introducir algunos cambios y salen escaldados como tomates hervidos
      • los hay que consiguen algún cambio, pero les cuesta muy cara el resto de su estancia en el cortijo
      • tenemos, incluso, a los que son capaces de enfrentarse para bien o para mal… que todo hay
      • los que piensan en los niños y niñas en primer lugar, más allá de todo…
      • aquellos que se piensan que algunos regalan demasiado
      • y luego están los vengativos, esos que piensan «ahora es mi momento», de aquí no te salva ni el perri mason
      • los que no tienen ni idea (aunque lleven ejerciendo 25 años o más)
      • personas que ignoran el momento, se aislan con el móvil o sus uñas y cumplen con su pusilánime presencia
      • profes que creen que mandan y tratan de imponer…
      • algunos van borrachos

 

Seguramente se puedan añadir muchos más, porque somos todos tan diferentes que habrá mil casuísticas.

Con la pandemia casi todos los centros de secundaria (de los que conozco en mi ciudad) han evaluado online, tal y como pedía la Consejería y la Mesa Sectorial…

Sillas plegables separadas dos metros cada una para una evaluación exterior

Menos el mío y otro más que me dijeron.

En la foto faltan como otras ocho o diez sillas que había en el círculo.

 

El caso es que, como decía el otro día Carolina Ledesma, de Raíces, los centros nunca han tenido tanta autonomía como hasta ahora mismo. El por qué es muy evidente: nadie sabe lo que hacer, que se las apañen en cada centro como puedan. Los líderes se aprovechan de ello. Y los jefes, tristemente, también.

 

Pero me voy del tema…

Vuelvo a los ejemplos del tipo de profesorado

que encontramos en las evaluaciones…

He visto en mi vida cómo me gritaban, cómo me insultaban y hasta amenazaban y que nadie dijera absolutamente nada a aquel maleducado (porque le quedaban pocos meses para jubilarse, no te lo tomes como algo personal, me decían) pero sí vi que me dijeran a mí que estuviera tranquilo. También recuerdo cómo me levanté y dije al jefe de estudios: «O lo echas a él o me voy yo».

Profesores que como no conocen a su alumnado porque sólo han coincidido 10 días: pues le pongo un 3. Oiga, es que eso no es culpa del alumno. Es que no tengo ningua nota. Y el sustituto no me ha dejado nada por escrito. Ajá, pues entonces los dos habéis hecho una mierda de trabajo, pero ponerle a un alumno un 3 por eso cuando el resto de sus notas son más o menos buenas… Pues tiene un 3.

Profesores que no entienden que hay alumnos que de verdad tienen necesidades específicas y reales y que si no llegan a más (según lo estandarizado por alguien que lo estandarizó) no es por gusto, por vagancia o por pereza o dejadez, sino porque no dan para más en ese sentido, pero que sí que podrían ser buenos jardineros, peluqueros, electricistas, fontaneros,…: Ya, si eso lo sé, pero no sabe lengua, no le vamos a regalar el título si no sabe.  Oiga, si lo único que quiere es ser de mantenimiento y eso se le puede dar bien. Es que aquí no estamos para regalar nada y al final esto va ser un cachondeo.

Podría seguir con mil casos. La vida, como todo, tiene su equilibrio y su balanza, y hay otros muchos profes que equilibran, de un lado o de otro. Claro, cada cual se ubicará en un lado diferente de la balanza. El mío queda claro cuál es desde hace muuuuchos años.Llevo poco más de 20 años dedicándome a un alumnado algo específico por sus circunstancias vitales, sociales, familiares o económicas… Y ya bastante tienen como  para que los tratemos por el mismo rasero que a otros (ya sea por estar en mejores o en peores circunstancias), si no les echamos una mano para que se desenvuelvan de verdad, para que encuentren algo que les reporte lo necesario en su vida, si no trabajamos con ellos y sus familias… y si no lo hacemos en equipo…

Hoy solo quería volver a traer el tema de la evaluación desde otra perspectiva diferente a anteriores publicaciones mías, quizás, más relacionadas con procedimientos, con diferenciaciones con la calificación… Entradas como la de Evaluación o Evaluación inicial o algunos otros…

Lo cierto es que casi todo el profesorado que dejó la docencia, la quiso dejar o se lo está planteando, pasa por no estar de acuerdo con la evalución ni sus sesiones tal y como están planteadas de forma generalizada.

 

2 comentarios en “Evaluaciones: ¿premio o castigo?”

  1. Hoy mismo me decía mi hijo que a él los exámenes «se la sudan». Me contaba que una compañera suya «reveló el secreto de la humanidad de los niños» y es que «podrían hacer mejor los exámenes, pero no quieren». Yo le he contestado que tendrían que pagarles por cada 10 que sacaran en los exámenes, que eso posicionaría mejor a España en temas educativos y que así los políticos también ganarían más dinero. Con esto quiero decir que a mí, como a mi hijo, me importan un bledo las notas, y que llevo desde que empezó el colegio sin ver una nota suya (está en 5º de primaria).

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