En el «quién soy» de esta misma web, planteo que aquí tendrás experiencias diarias de clase. Y, sin embargo, con el tiempo, he visto que, a veces, pasa mucho tiempo sin que se pueda leer algo así. Para el próximo post os voy a dar alguna idea que puede resultaros útil, pero hoy voy a echarme flores, hoy no necesito abuela. Y os lo voy a explicar en estar post, emocionándome. Y este va a ser un post muy personal, hoy me voy a dejar ver más que en otras ocasiones. Dale a este «leer más» y sigue conmigo en este paseo.
Hablaba el otro día con una alumna de lo mal acostumbrados que estamos a que no se nos refuerce lo bueno y positivo que tenemos. Estamos más acostumbrados a que se nos digan los errores y, quizás, con más frecuencia de la que nos gustaría, no de forma muy constructiva, sino todo lo contario: somos vagos, inútiles, no servimos para nada, no llegaremos a nada, tú quién te has creído que eres, qué chulo eres, desde luego no necesitas abuela y otras decenas de expresiones similares que seguro estamos hartos de oír o, a lo peor, hemos estado hartos de oírlas en primera persona.
Y me ha llevado mucho tiempo, muchos años, mucha terapia, mucho dinero y mucho autoconocimiento llegar al punto de poder decir, tranquilamente, las cosas que hago bien y que salen bien, Las cosas en que sé que aporto, y mucho en algunas ocasiones, y al que le duela o piense que estoy fardando, pues lo siento. Ya estoy harto de que se me juzgue o se me tilde o etiquete por hacer algo que está bien y saber reconocerlo.
A eso precisamente me dedico, eso intento transmitir a mi alumnado harto de expresiones cargadas de napalm y de las que tardarán años y años en recuperarse, si lo consiguen. No siempre esas expresiones se dicen con mala intención, a veces es sólo el mismo proceso de aprendizaje que a su vez tuvo la persona que los profiere. Yo peco también mucho de esto y voy buscando soluciones para ir disminuyendo este tipo de actos.
Así pues, aquí os dejo un par de experiencias reales de esta semana pasada.
Un día cualquiera, dando clases en 3º de ESO, comenzamos a hablar (en realidad comencé yo) sobre la Edad Media, con la que todavía seguimos (y eso que no la vemos ni en profundidad). Les hablaba, siguiendo un esquema
social, cómo se estructuraban. Hablamos de cómo vivían los reyes, nobles, el clero… y, por supuesto, de cómo vivía el pueblo. Sí, también volvimos a hablar del derecho de pernada, porque eso ayuda a mantener la atención de los alumnos y alumnas.
Una vez que pensamos y hablamos de este tema y de películas, por ejemplo, con las que podíamos hacernos una idea (cinéfila) de cómo era la edad media… entonces, les hice la siguiente pregunta:
Piensa en el mundo actual, tal y como lo conoces y piensa en cómo actuarían
los reyes, nobles, clero y pueblo de este siglo.
Imagina cómo sería todo esto en pleno siglo XXI.
¿Qué? ¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¡No lo he entendido!
Pensar en si ahora mismo, en pleno siglo XXI viviéramos como en la edad media, pero con todos nuestros avances (todo tipo de avances… donde se haya avanzado). ¿Cómo serían las cosas? ¿Cómo vivirían los reyes,nobles, clero y pueblo?
Y entonces sucedió…
Vi como se les iban transformando las caras, vi la tristeza en sus miradas, vi la decepción de 1000 años condensadas en un segundo.
Fueron capaces de mantener durante un rato un debate sobre cómo no habíamos avanzado tanto como nos creíamos. Como, y siempre en líneas generales, el pueblo sigue manteniendo a los reyes, clero, nobles (políticos), como sus padres y madres tienen una mierda de trabajo, pasan el día entero fuera y los mil euros los siguen viendo como un sueño inalcanzable. Fueron capaces de ver por sí mismos que todo el envoltorio había cambiado, pero que las estructuras seguían igual y ellos eran el pueblo llano. Sin más.
De ahí, cómo no, saltamos a las inmundicias del sistema educativo, de cómo pretende hacerles serviles y obedientes para poder seguir manteniendo las estructuras. Y ahí, seguí hablando yo de cómo todo un emporio empresarial, como es la OCDE, de que es la que plantea el informe pisa (que insisto en no poner el nombre de este informa en mayúscula porque yo más lo considero «infame» que «informe»), de que pretenden tenernos como meros productores para poder seguir manteniendo ellos su estátus (y nosotros el nuestro), de cómo a la OCDE le importa un comino las personas… se ma acababael tiempo, iba a tocar el timbre, algunos alumnos venían de vuelta de EF y estaban en el pasillo (yo suelo dar las clases con la puerta abierta) y uno de ellos se pegó a la puerta. Tocó el timbre mientras yo les hablaba de cómo debían ser ellos mismos, de lucha por sus intereses, de cómo no sirve para nada saber hacer raíces cuadradas (había en la clase un técnico informático arreglando el disco duro del ordenador del profesor y, al preguntarle, confirmó que él no las había vuelto a hacer a mano), ni saberse la lista de todos los reyes porque esa información está ya al alcance de todos en este siglo XXI. Un alumno intentó levantarse para irse pero desistió ante mi señal con la mano. Cerré la puerta de clase para que no nos molestara el ruido del pasillo, pero antes, el chico de la otra clase, que estaba allí apostado disimuladamente me dijo: «Noooo, por favor, quiero oír el final!!!!»; así que le dejé entrar y terminé de exponer lo que pretendía, añadí lo útil que puede resultar usar los móviles en clase, bien usados, como herramienta de trabajo.
Sólo quería una cosa:
hacerles pensar sobre todo esto.
Cuando terminé, me aplaudieron y me felicitaron por la clase que habían tenido. Sí, me aplaudieron. Creo que nunca me había pasado algo así en un contexto así.
Estas experiencias nos enseñan muchas cosas a todos: a mí, a mis alumnos y a ti, que lo estás leyendo. ¿Qué enseñanzas? Saca tú misma tus propias conclusiones, si te las digo yo, ya te estaré condicionando.
Y la otra experiencia… tendrá que ser otro post. Prometo que la escribo en estos días y que no me retraso, pero escribirla ahora va a ser alargarme demasiado ya. Sólo os digo que la otra experiencia sí que es emocionante, porque trata sobre las emociones. Con la otra se me saltaron las lágrimas, ya os la contaré. Y será en esta semana.
Estoy ansiosa por leer la segunda experiencia, por tanto, aplícate y no te retrases. Je, je.
Pero, por el momento, me quedo con este post y te diré que me ha encantado. Comparto contigo muchos puntos de vista sobre educación, sobre las emociones, sobre la sociedad y sobre las personas. Leyendo «tu experiencia» me he sentido como si estuviera ahí, en esa clase, entre tus alumnos, escuchándote y participando. Ojalá yo hubiera tenido un profesor como tú. También te hubiera aplaudido. Y ojalá mi hija, estudiante de 3 de la ESO, se tope en un aula con un tipo como tu.
Un abrazo, profesor, y gracias por compartir tus experiencias.
Querida Sandra:
gracias por tus palabras. Intentaré ser fiel a mi propósito y escribir esta misma semana, tal y como he prometido, la segunda experiencia que, a mi entender, ha sido mucho más intensa y potente.
Me alegra haberte podido transmitir la emoción que viví y conté a través de este post. Ya me gustaría a mí haberte podido dar clase!!!!
No sabemos si tu hija tendrá o no un profesor como yo, pero tiene una madre realmente espectacular, sincera, honesta, sensible y un sinfín más de cualidades.
Te avisaré cuando escriba lo siguiente.
Pingback: Emociones: La educación no sólo es 2+2 = 4. - Álvaro L. A.