Tomar conciencia es algo sobre lo que me gustaría hablaros hoy. Y la verdad que tengo una ligera idea de lo que quiero escribir, pero ni la más remota de lo que me va a salir, para que nos vamos a engañar.
Durante mucho tiempo he estado en diversos foros de educación. La mayoría virtuales, porque la vida no me da para estar en tantos sitios. La mayoría polarizados. Y me cansé. Incluso abandoné muchos de ellos o dejé de seguirlos.
Hay dos grandes frentes sumidos en una brecha que no quieren ver. Ahora mismo estamos sumidos en una gran batalla donde ninguna de las dos partes se quieren poner de acuero. ¿Por qué? Porque no toman conciencia y porque creen que las cosas son muy sencillas, y nada más lejos de la realidad.
Hubo un foro en el que estuve y que ya abandoné hace casi un año en el que las mpadres (sí, lo he escrito así con intención) no paraban de criticar (con y sin razón) al profesorado en general. Sólo por ser profesores. Y lo siento, pero no puedo estar de acuerdo. Tengo compañeros geniales que hacen un trabajo excelente. Y en este grupo de mpadres (en el que estábamos muchos profesores), cuando intentabas expresar tu opinión, iban contra ti. Daba igual que fuera una experiencia positiva con los alumnos, daba igual si hablabas de un trabajo de investigación o de lo que fuera. Se te echaban encima. Que si yo no mando tareas, pero les he pedido que busquen información sobre… te caía la del pulpo. Me gusta respetar la disparidad de opiniones, pero cuando está argumentada, no focalizada o polarizada sólo porque sí. Yo ya sé que arrastro muchos errores y que hace años fui terrible, pero lo importante es el camino que he ido siguiendo hasta llegar aquí. ¿Saben por qué? Porque tomé conciencia.
En otro foro, si llevas la contraria, te tachan de un casi nazi en la escuela, de un criminal de guerra. Así, porque no haces lo que ellos quieren que hagas.
He llegado a ver foros en los que los mpadres son unos entusiastas que no saben nada de esto. Y entusiastas es lo más cariñoso que se me ocurre ahora. Porque normalmente son unos caraduras, desvergonzados, que no atienden a razones y no se preocupan de sus hijos ni para cenar.
Y así, unos y otros, se quedan en un espacio oscuro en el que la crítica destructiva hace de su capa un sayo y envuelve todo y a todos en una ceguera virtual y real que les impide ver más allá de sus narices.
Ya sé que muchas personas han tenido malas experiencias. Desde los dos lados, créanme. Sí, que sé que hay niños (y familias que lo han pasado mal), pero también ha habido muchos profes que han acabado coartados y condicionados durante años por la mala experiencia con determinadas familias. Y es que hay de todo. Y luego están los que las hemos sufrido por todos lados. Los que recibimos de un bando y de otro porque simplemente opinamos diferente de un lado y de otro. ¿Saben qué? Que, perdonen la vulgaridad, pero me limpio el culo con las campañitas estas de «notall…» (origen en «hombres» y ya aplicado a otros espacios) y las que la contrarrestan. Estoy hasta el moño de que se ataque a un lado y a otro, y lo estoy porque al final acabo recibiendo de un lado y de otro. Y sé que expresar esta última idea me va a traer problemas. Pero estoy harto, qué le voy a hacer. Si no fuera sincero, este blog carecería de sentido, al menos para mí.
Bueno, ¿y qué? ¿Esperamos a ver quién gana?
Porque esto es un pozo sin fin. Y nadie va a ganar nada. En esta batalla educativa solo hay mucha dialéctica e infinitos perdedores. Fundamentalmente, menores.
Hay que tomar conciencia. Es la única postura viable para que todos vayamos esclareciendo nuestro sentir real, nuestras expectativas y nuestras intenciones.
Y para tomar conciencia hay que expresar, dialogar, consensuar, enseñar, educar, manifestarse, divertirse, mostrar, sacar lo mejor de uno y de los otros; en definitiva, trabajar en equipo.
Miren, soy padre y soy profesor. «¡Oh, dios mío!», que diría la novia de Chandler Bing (Friends), estoy en los dos bandos. Y en los dos es muy probable que me equivoque. Sin embargo, hay algo que debemos tener claro (y yo lo tengo, aunque me equivoque): el centro de todo son los niños, los únicos que pierden o ganan son los niños (y subsidiariamente, el mundo del mañana). Si perdemos la noción del objetivo principal al que nos debemos (como padres y educadores), entonces, estamos perdidos.
Debemos tomar conciencia de la importancia que tiene centrar a los niños como eje central de todo el futuro que nos depara y en todas las facetas y campos necesarios y que les atañen.
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