La patia, le patie… el patio.
Hoy vengo a hablaros del patio. Y de cómo queremos cambiar ese espacio y tiempo en nuestro centro. Os cuento…
Todo empieza cuando, sabiendo que ya había sido nombrado yo como Coordinador del Plan de Igualdad y Coeducación de mi centro, mi querida compañera Aure me envía un enlace, un 19 de septiembre, sobre el sexismo en los patios escolares.
Nada más abrirlo, lo primero que leo es:
«En el patio, todos los días se ejercita el poder y la sumisión. Ellas aprenden la sumisión en el espacio que ocupan y ellos aprenden que tienen especial dominación sobre los espacios. Esto es fundamental».
Desde ese momento, me siento muy identificado con algunas de las situaciones descritas por varias razones, pero la principal es que mis hijas han estado durante años protestando porque en el patio de los coles sólo había fútbol y muchas veces han sido las que han intentado esquivar los pelotazos de otros.
Casualmente, 9 días después, se publica en el diario.es un artículo sobre los patios coeducativos.
Durante años he intentado acabar en algunos centros con el despliegue y dominio del fútbol en el patio y, normalmente, todo acababa con un “esto es imposible”.
Sin embargo, este año me encuentro en una posición diferente, tanto de ánimo, como de cargo. Y no es que el cargo me dé autoridad, pero tiene un nosequé que queseyó de responsabilidad que me hace temblar las piernas, pero no las manos para idear y diseñar. Y no es quitar el fútbol por quitarlo, se trata de igualar el patio, de que todos y todas tengan derecho a ocuparlo de una u otra forma.
Este año ya no soy el de otros años, porque soy diferente. Y todo lo que me rodea, también.
El pasado martes 9 de octubre se montó una revolución. Tras mucho meditar, reflexionar y proyectar en reuniones de coordinadores de diferentes planes y proyectos, el martes me pasé por todas las aulas para explicar lo siguiente:
El próximo jueves día 11 de octubre es el Día Internacional de La Niña. Razón por la cual hemos decidido en el centro que ese día las pistas deportivas sólo serán ocupadas por las niñas. Serán ellas las que puedan jugar al fútbol, baloncesto, voleibol o al mate, según elijan.
[Normalmente, antes de acabar de decir esto ya había tenido
muchas interrupciones que ahora os contaré].
Más aún, esto no es una actividad de “venga, como hoy es vuestro día, jugar un ratito y hasta el año que viene”, es mucho más que eso, es una excusa para introducir cambios en el patio, es la base sobre las que nos sostendremos para que todos y todas tengáis derecho a un patio diferente, a un descanso justo y a un reparto equitativo de espacios y tiempos.
[muchas más interrupciones]
Las conversaciones y explicaciones fueron más extensas, pero no quiero aburriros, así que lo he resumido mucho.
Las interrupciones fueron de todo tipo y dieron pie a varias conversaciones y otras que tendremos en los días venideros. Los chicos no pararon de protestar en su mayoría, salvo aquellos que, aún siendo chicos, también son excluídos porque son pequeños, tienen gafas o no tienen el coraje de enfrentarse a gente que, al final, los va a rechazar igual. Esos también aplaudían en su interior a la par que se sentían excluídos por niños y por no ser niñas. Porque al final resulta que el patio ni siquiera es de los chicos, sino de los abusones, de los fuertes, de los que ejercen su poder sobre otros para poder conseguir su objetivo, amedrentando a otros. Y cuando terminan de crecer, creen que eso es y debe ser así siempre y en todo lugar.
Tuve que escuchar cosas como:
– ¿Y para cuándo el día del niño?
– Si las niñas no saben hacer deporte
– Es que ellas juegan muy mal y no tienen fuerza
– Esto es una injusticia
– Entonces qué hacemos nosotros mientras, ¿eh?
Y todas esas cuestiones fueron rebatidas sin miramientos.
Es más, cuando me preguntaron indignados que entonces qué hacían ellos mientras ellas jugaban, mi respuesta fue una pregunta para ellas:
¿Qué soléis hacer normalmente en el patio vosotras en los últimos años?
Y la respuesta fue clara: pasear, mirar cómo juegan y esquivar balonazos. Miré a los chicos y les dije: ahí tenéis la respuesta a vuestra pregunta, nadie mejor que ellas para explicaros qué sucede todos los días del curso en los patios de miles de centros escolares.
Fueron varios encontronazos. Algunos bastante desagradables y que tuve que atajar por la vía rápida, porque no quería un debate televisivo del asunto. Hubo mucha maldad por parte de algunos y mucha comprensión por parte de otros. Incluso, uno de los futboleros (y a los que yo más temía su reacción) me sorprendió con un «es justo, profe».
Mañana, día 11 de octubre, Día Internacional de La Niña, en mi centro son ellas las que van a ocupar las pistas deportivas, por primera vez, pero no por última.
Estamos elaborando un plan que permita que todos y todas jueguen. No se trata de excluirlos ahora a ellos, no se trata de marginarlos, se trata de dar espacio a todos, aunque sea por turnos.
Ya está más que anunciado que a partir del lunes 22 de octubre, el uso de las pistas está regulado por la dirección del centro y el plan establecido por los coordinadores de Coeducación y otros departamentos.
Va a ser una lucha sin cuartel, porque muchos nos lo están poniendo difícil, incluso deseando que mañana vuelva a llover mucho para que las niñas no puedan jugar; pero seguiremos. Si lo logramos este año, el resto es piloto automático con vigilancia. Tendrá que haber equipos mixtos, no vale eso de que ellas no saben o son malas o no tienen fuerzas.
Esta vez va en serio y el patio ha sido reconquistado con el fin de devolver a tod@s la posibilidad de jugar, hacer deporte o no, libremente, no porque ellos decidan por ellas. Ojalá se consiga.
A la par, se ha establecido un calendario para ir proyectando en todas las tutorías a través de nuestro Programa Tutorial y del Proyecto AulaDCine, la película Quiero ser como Beckham.
Y, además, para no dejar de dar la lata por diversos frentes y que el mensaje vaya calando paulatinamente, tenemos en mente traer al centro algunas deportistas de alto nivel (que sólo en Málaga hay muchas) para que vengan a tener encuentros con nuestros chicos y con nuestras chicas, para que vean que las mujeres pueden hacer deporte como cualquier otro, sin tener que rapiñear un espacio o tener que ocultarse, reprimidas, por no tener un hueco en la vida.
El patio es uno de los motores de un centro y es uno de los sitios a los que muchas veces no prestamos atención, porque es el desfogue.
Que dios, el universo o el vacío cuántico nos pille confesados.
Y, como siempre digo, si crees que esto puede dar ideas a otras personas, no dudes en compartirlo por las redes. Son pequeños pasos y/o contribuciones en pos de un mundo más equilibrado.
Invasión de fútbol…
La verdad que no termino de entender la intención de tu mensaje. Pero gracias por comentar.
Efectivamente, hay una invasión de fútbol. Como dicen algunos parafraseando a Karl Marx: el fútbol es el opio del pueblo.
Me ha encantado este artículo. Por favor, cuéntanos cómo se desarrolla el plan. ¡Enhorabuena por la iniciativa!
¡Gracias Delia!
El plan se va desarrollando bien.
Lo importante es que hemos acabado con la hegemonía de unos cuantos y ahora casi todos se saben poseedores del patio y de la pista, por turnos. Todos los que quieran tienen cabida y pueden jugar. Da igual si eres niño o niña.
Ha tenido mucho éxito y muy biuena acogida el béisbol de los jueves.
Y, lo más importante, el patio se ve diferente.
Si conseguimos normalizar esta situación, otros años será más fácil y se podrán introducir otros cambios que puedan ser necesarios.
Besos!