Vientos de cambio

Sopla el viento del este: cambios.

Voy a dejar volar la imaginación al son que nos marca el viento del este,

Ya casi todos sabemos lo que sucede cuando sopla el viento del este.

Quizás no lo recuerdes, pero cuando yo te lo refresque lo verás más claro:

viento del este y niebla gris, 
anuncia que viene lo que ha de venir;
no me imagino qué irá a suceder, 
mas lo que ahora pase, 
ya pasó otra vez.

Con el viento del Oeste viene la bruja malvada en el maravilloso mundo de Oz, pero cuando sopla el viento del este, viene Mary Poppins y se producen cambios.

No voy a hablar de Mary Poppins, que ya tiene sus propios detractores y defensores; no, yo la uso metafóricamente para hablaros de que los cambios se avecinan, cada vez son más frecuentes y la plaga de los cambios en educación empieza a extenderse de forma más que visible.
Cada vez más padres exigen más y de mejor forma a los docentes de sus hijos; cada vez somos más los docentes que buscamos otras formas de hacer las cosas y aunque nos sigamos equivocando casi a diario, no dejamos de buscar incesantemente, de controlarnos más, de aprender, autoaprender y emprender nuevas posibilidades en nuestro mundo y del que, en cierto modo, depende el futuro de otros; cada vez son más las directivas que se preocupan de innovar y buscar opciones nuevas ante el empuje que ya está teniendo de facto este proceso.
No sé si la campaña mediática de los coles jesuitas de Cataluña tendrá algo que ver en todo esto, pero creedme cuando os digo que la innovación educativa ya no va por bilingüismos ni nuevas tecnologías, eso ya ha quedado superado (no olvidado). La innovación educativa va por otros derroteros bien distintos, por caminos inexplorados por algunos.
Caminos sin exámenes, sin notas, con educación respetuosa, con trabajos por proyectos, con un trato más humano y afectivo, en el que se fomente la participación de las familias, educación emocional y trabajos con las Inteligencias Múltiples o Proyectos, sin asignaturas…
Y lo más curioso (no voy a entrar en valoraciones de «lo mejor», «lo peor»…) es que, por ejemplo, en Málaga, se están moviendo mucho más los centros concertados. Y claro, luego vienen las quejas… pues ya veréis… y si no, al tiempo.
Los puristas de la educación pública lo mismo hasta van arañando el suelo con los dientes. No os preocupéis, algunos centros públicos se mueven en esta línea… pero aún nos queda mucho que hacer.

Esta semana pasada estuvieron, por ejemplo, Mireia Long y Azucena Caballero en el Colegio de El Limonar, haciendo un curso de la Pedagogía Blanca  con sus profesores.

Hay centros que están intentando inculcar a sus maestros la idea de no hacer exámenes, o de intentar no poner notas (salvo las exigidas obligatoriamente por la Junta al final de cada trimestre), centros que trabajan básicamente con Inteligencias Múltiples y Proyectos cooperativos (entre otros), centros en los que interactuan más que de palabras con varias asignaturas, donde los niños hablan, participan, se relacionan y hasta pasean por sus clases…

Quizás ni nosotros mismos veamos hasta dónde llega el alcance de todos estos cambios, pero lo que sí es cierto es que el viento ha cambiado, ahora viene del este. Y eso conlleva cambios, para bien y para mal.

Los maesrtos siempre hemos dicho que nuestra profesión es muy ingrata, porque nadie te lo agradece, no al menos, hasta que pasan años y surgen reencuentros. Ahora se hace aún más ingrato, pues no solo no reconocen nuestra labor (la de algunos, claro), sino que, además, los que pensamos en cambios viscerales dentro del engranaje somos rechazados de plano por la mayoría.

Y es que, como ya escribí una vez en mi facebook con palabras de Eleuterio Manero:
“La verdadera educación de un hombre comienza varias generaciones atrás”